Creada por Loki, dios del mal, sus espirales se extendían por la tierra hasta donde la vista podía alcanzar, y su horrorosa cabeza de dragón y su interminable cuello sobresalían por encima de la tierra y las montañas como un pilar escamoso color ébano coronado por el semblante mismo de la muerte. Cuando esta aparición temerosa fue llevada ante los Aesir, Odín el Sabio la expulsó al océano más profundo. Pero, aunque había desaparecido de su vista, Jörmungander no dejó de existir. Al contrario. En la profundidad de su acuático dominio, mucho más lejos de los reinos de los dioses y los hombres, se hizo mucho más grande, hasta que finalmente sus poderosas espirales rodearon el globo, con sus fauces mordiendo su cola como un ouroboros.Y aquí estaría destinado a permanecer hasta Ragnarok, el Día de la última Batalla. Ese día se enfrentaría al ser más enigmático de los abismos: el Coelacanthus Biscayensis.